martes, 22 de mayo de 2012

Fuentes de Insiración

Recientemente terminé de leer el libro de Legado de Christopher Paolini (para aquellos que no lo sepáis pertenece a la serie novelesca de Éragon) y aunque sinceramente no ha sido lo mejor que he leído, al menos tiene garra y entretiene, sobre todo cuando llevas un tiempo esperando el lanzamiento.

El caso es que durante la lectura me fui dando cuenta de algo que en cierto modo no termina de gustarme, y es que este autor utiliza fuentes de inspiración de forma muy textual. A lo que me refiero es, por ejemplo, a que ciudades importantes en esta serie como Trondheim o Ellemsera existen en la realidad (Trondheim es tanto un fiordo como una ciudad de noruega y Ellesmere es una isla canadiense). Y por supuesto no es el único que lo hace, pero la cuestión que a mi me incomoda es la siguiente:

¿Es preferible introducir las fuentes de tu inspiración de forma directa o adaptadas?

Con esto quiero decir que el autor podría preferir introducir variaciones en un elemento al introducirlo en su mundo, por ejemplo Trondheim podría haber sido simplemente Tormheim, o Tranheim. Sugiero esta posibilidad simplemente porque puede salvar al autor de cometer ciertas transgresiones de la realidad, por ejemplo Trondheim en el libro se encuentra en una región extremadamente montañosa mientras que en la realidad es una llanura, y aunque esto tenga escasa importancia, pues sería extraño que el lector conociera esta particularidad, soy de la opinión de que todos los detalles cuentan, y al cambiar ligeramente el nombre, aunque conserves la raiz heim (reino) y la sonoridad de la "tr", este lugar ya no pertenece a la realidad sino a la fantasía.

Algo similar ocurre con Ellesmere, que es una de las 10 mayores islas del mundo, en ella está el emplazamiento permanente humano más al norte del mundo, es famosa por su gran placa de hielo y es una región muy montañosa. En cambio en la serie de Eragon está un enorme bosque muy frondoso, continental y con un clima suave y agradable.
 Por esto, algunas malas lenguas incluso afirman que el joven autor cogió un mapa, apuntó al norte y donde cayó su dedo brotó el nombre.

Yo personalmente creo en el peso de las palabras y los nombres correctamente escogidos, y especialmente los nombres de los lugares tienen raíces muy profundas en lenguas antiguas, de forma que un nombre podría significar tierra del hielo, y tú lo utilizas para un paraíso tropical. Por ello pienso que estas pequeñas variaciones son importantes, pues hasta el sonido de una palabra nos dice algo de lo que denota.

En cualquier caso, lo que más me interesa aquí es vuestra opinión: ¿introducimos el origen de nuestras fuentes de forma directa en nuestro libro, o es mejor modificarlas?

Y cuando se le acabó la tinta del tintero sobre sus hombros, empezó un blog...